Nosotras y nosotros, los informáticos, los del trabajo del futuro.
O podríamos decir: los flexibilizados y precarizados, creando riqueza ajena y lejana. Creyendo propios los sueños de otros.
Privilegiados del pequeño mercado laboral, del pleno empleo, del mundo de los márgenes. A las afueras de donde se dice cual es la tendencia y donde comprarla. Vendiendo nuestra fuerza de trabajo para comprar el teléfono de moda que nosotros mismos programamos.
Bombardeados por noticias falsas del próspero futuro que ignora el pasado, venimos a reivindicar nuestra historia:
A las familias metalúrgicas de los talleres Vasena, peleando por sus derechos. Los cabecitas negras, entrando a la historia sin pedir permiso. Al movimiento obrero deliberando en La Falda y Huerta Grande. A las docentes y científicos de la noche de los bastones largos. A las obreras y estudiantes del cordobazo. A los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos. A las Fábricas Recuperadas, ejemplo de lucha y resistencia. A Maxi y Darío. A las pibas que luchan contra el patriarcado.
Y de nuevo acá, a decir de García Linera, esperando la próxima oleada, sufriendo a este gobierno entreguista y rastrero. Que solo nos piensa dejar desocupación, hambre y deudas.
Y acá estamos, los obreros del futuro, más en el presente que nunca. Deliberando si nos vamos a dejar llevar mar adentro para esperar la ola que nos saque o nadamos contra la corriente.
En este mundo que se cae a pedazos, ni locos nos dejamos llevar. Nos abrazamos a los sueños de los que luchan por un mundo mejor.
Acá, con un par de computadoras, internet y en comunión. Sin patrones y con los medios de producción en nuestras manos, vamos a desafiar al modelo de producción capitalista. Vamos a programar para nosotras y nosotros, para los y las trabajadoras, los que se la juegan, sueñan y luchan.
Acá vamos, por la soberanía tecnológica, ¡bienvenida Clementina!